Puro Cuento!!!

Sonntag, Januar 15, 2006

Castigo Ejemplar, segunda parte

- Muy bien, estoy esperando...
.
Ya, estaba perdida. Oma me miraba con cara de pocos amigos y yo no sabía qué responder. Había que decir la verdad no más. Sí, hace un rato que fumo (un buen rato), pero no es para tanto. Bueno, no era para tanto hasta que la idiota de Helen abrió su bocota. Porque, claro, como ella es la niña perfecta, la que nunca hace nada malo y nunca se equivoca, entera rosada ella...
.
- ¿Qué haces que no respondes?
- Lo siento, Oma...
.
Y de verdad que lo sentía. Trato de pensar las cosas antes de responder, como para no meter las patas, digo. Porque siempre que hablo sin pensar, necesariamente salgo con alguna pesadez y entonces me meto en problemas y para cuando me doy cuenta de eso ya es demasiado tarde y...
.
- María Isabel!!! Reacciona!!!
- Ay, Oma, estoy pensando...
- No hay nada que pensar.
- Ya, ¿y qué se supone que te diga?
- Simple. Parte por explicarme por qué estás fumando.
.
Bueno, eso era fácil. Oma seguía levantando su temible ceja derecha (la de los enojos) mientras yo le contaba que empecé a fumar a los 15, cuando me fui de intercambio, pero que en verdad no es para tanto y que sólo fumo cuando voy a algún carrete, fumadora social que le dicen, es que en mi Austauschschule todos fumaban y bueno, de puro mona me puse a fumar yo también... Pero no era eso lo que mi Oma quería saber.
.
- Ahórrame los detalles. Siéntate. ¿Quieres un cigarro?
.
Was? ¿Oma ofreciéndome un cigarro? No sé qué cara de espanto puse, pero Oma sonrió, prendió la campana de la cocina, abrió una ventana (que daba a un pequeño patio interior que yo nunca antes había visto) y de un cajón sacó una cajetilla de Viceroy Ultra... los mismos que yo fumo!!!
.
- ¿Y eso?
- ¡Ah! Son de Esteban, pero no creo que le moleste que le saquemos uno.
- ...
- Y no. No es una pregunta capciosa.
- ...
- Tampoco te estoy poniendo a prueba.
- Ya. ¿Y cuándo aprendiste a leer la mente?
.
La sonrisa de mi Oma se transformó en una carcajada. "Te darás cuenta de que no es la primera vez que me veo en esta situación", me dijo. Yo debo haber tenido una cara de espanto de antología, porque Oma no paraba de reir, mientras sacaba un par de vasos. "Si saca una botella de whisky, me pego un tiro", alcancé a pensar, pero en vez de whisky... apareció con un jarro de pisco sour.
.
- Creo que ya estás en edad de probar el legendario pisco sour de tu abuela... ¡Y cierra la boca, niña, por Dios! Se te va a caer la baba.
- No importa, tengo más...
- Ah, las ironías de mi nieta. Veo que ya reaccionaste.
- Lo siento, Oma.
- ¿Por qué? Me divierten, igual que a tu abuelo.
.
Así que tengo fan club familiar, eso no me lo esperaba. Prendí mi cigarro y probé el pisco sour. ¡Delicioso! Entonces, Oma volvió a la carga. "Lo que no entiendo, Isa, es por qué estás fumando... en tu pieza". ¿Era eso? La verdad es que Helen me deja tan estresada que TENGO que fumarme un cigarrito en la noche, antes de dormir. Como papá se ha negado sistemáticamente a llamar a un gásfiter para arreglar la cañería (ya lo voy a arreglar, dice con su orgullo herido de macho), y el cuarto de invitados sigue cerrado, tengo al ejemplar de exportación 24/7... es mucho para una simple mortal.
.
- No puede ser para tanto...
- Es que, Oma, tú no sabes lo que es vivir con ese engendro. ¡Me invade! Me botó mis CD´s de Iron Maiden porque decidió que "no es música para niñas", y ahora tengo que escuchar Aqua todo el día!!!
- Pero cómo te pones a fumar en la pieza, con ella ahí.
- Pero fumo con la ventana abierta... es más, me cuelgo de la ventana, lo más afuera de la pieza posible. Uno de estos días voy a salir volando.
- Mmmmmm
.
Oma escuchaba en silencio y pensaba. Bebía su pisco sour y me miraba. De pronto, habló: "Tengo una idea". ¡¡¡Las 3 palabras más esperanzadoras que le he escuchado decir a alguien!!! Podría haber llorado de felicidad.
.
- Vamos a hacer lo siguiente. No vas a Pucón.
- ¡Pero por qué!
- Escúchame. Te vas a quedar acá, con nosotros. Mientras ellos están en Pucón, llamamos al gásfiter para que arregle la cañería. Cuando vuelvan, Helen se va al cuarto de invitados y problema resuelto.
- Oma, te adoro. ¡Eres genial!
.
Así de simple, Helen fuera de mi pieza, y por si fuera poco, dos semanas de descanso del engendro ese... era demasiada felicidad. Abracé a mi abuela. Y mientras la abrazaba, de pronto, me invadió la curiosidad: "Oma, ¿qué le dijiste a Vicente cuando chocó el auto?". Mi abuela se atragantó de la risa.
.
- Eso es secreto de Estado.
- Ay, cuéntame. ¡Te juro que no digo nada!
- Es que no vas a decir nada... por cierto, más te vale que pongas cara de compungida cuando salgamos de acá, sino se nos va todo a la punta del cerro. Lo que no entiendo es cómo no te sacaste el cacho de encima.
.
Le conté de las patas de pollo. Oma se retorcía de la risa, imaginándose a Schwester Hildegard, la rectora, arrancando de la lluvia de extremidades aviares que caían sobre su cabeza: "Habría pagado por ver eso, ¡con lo gorda que está!". Estuvimos riéndonos mucho rato. Oma seguía sin entender cómo me habían pillado, pero ¿cómo no me iban a pillar? La cara de pícara que puso mi abuela era de campeonato.
.
- Es que a mí no me pillaban nunca
- ¿Cómo? ¿Tú también hacías maldades en el colegio?
- Ppppffff, claro!!! Patas de pollo, una cabeza de chancho en la oficina de la madre superiora... se parecen, ¿no crees? Creo que es genético.
- ¡QUÉEEEEEE???
- ¿Qué de qué? ¿Te sentías original? Lamento informarte que te llevo varios años de ventaja...
.
Pasamos las siguientes dos horas hablando de las travesuras de mi Oma en el internado de monjas de Talca. ¡Por Dios que tiene historias la señora! Me reí hasta que me dolió la guata y lloré tanto de la risa que mis ojos enrojecieron. De pronto, Oma decidió que ya era hora de salir. Me pasó la cajetilla con un "yo le compro otra a Esteban después".
.
- ¿Quién es Esteban?
- Es el mejor amigo de tu hermano. ¿No te acuerdas de él?
- No...
- Es encantador, me agrada ese muchacho... claro que no te acuerdas, ¿cuántos años tenías cuando Vicente se fue? ¿10, verdad? Ha pasado mucho tiempo...
- Oma, con suerte me acuerdo de la cara de mi hermano...
.
Mi abuela se rió de nuevo: "Mira, antes de que salgamos, te voy a decir una cosa. Es más bien un consejo". La escuché atentamente, sólo para decidir que mi abuela es un genio.
.
- Isabelita, nunca olvides lo siguiente: Una amiga tonta es diez veces más peligrosa que una enemiga...
- Oma, Helen NO ES MI AMIGA.
- Me alegro. Pero ella cree que sí... ten cuidado.
.
Entonces, abrió la puerta. Todos miraban, expectantes. Quise reirme, pero mi abuela estaba ahí, de pie junto a mí, en su mejor caracterización de señora-de-edad-enfurecida. Me quedé en silencio. Y mientras mamá me abrazaba, pensando en que lo había pasado realmente mal en el repostero, Oma dictaba su sentencia. Por lejos, el mejor castigo de mi vida!!!!